El Rostro transfigurado no quiere rostros desfigurados
“¿Quién es Jesús?” La cuestión de fondo de todo el Evangelio de Marcos (Mc 1,1.11.24; 2,10-11; 8,29; 15,39) encuentra una respuesta en la Transfiguración de Jesús (Evangelio). La antífona de entrada ofrece una clave de lectura de los textos bíblicos y litúrgicos de este domingo: “Busquen mi rostro. Tu rostro buscaré, Señor; no me escondas tu rostro” (Sal 26,8-9). Una respuesta a tan insistente súplica llega de “una montaña alta”, donde Jesús se transfiguró delante de tres discípulos escogidos: “sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo” (v. 2-3). Marcos insiste sobre el resplandor luminoso que pone de manifiesto la identidad de Jesús. En efecto, el color blanco es signo del mundo de Dios, del gozo, de la fiesta. La luz no viene de afuera, sino que mana desde dentro de la persona de Jesús. Con razón, Lucas, en el texto paralelo, subraya que Jesús subió al monte “para orar, y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió” (Lc 9,28-29). De la relación con su Padre, Jesús sale dinámicamente transformado: la plena identificación con el Padre resplandece en el rostro del Hijo
http://www.omp.es/OMP/espiritualidad/tiemposliturgicos/cuaresma.htm
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