La Iglesia peregrinante es, por su propia naturaleza, misionera, puesto que tiene su origen en la misión del Hijo y la misión del Espíritu Santo según el plan de Dios Padre. La Iglesia, enviada por Dios a las gentes para ser «sacramento universal de salvación»… se esfuerza por anunciar el Evangelio a todos los hombres… Los mismos apóstoles, en quienes está fundada la Iglesia, siguiendo las huellas de Cristo, «predicaron la palabra de la verdad y engendraron las Iglesias». Es deber de sus sucesores perpetuar esta obra para que la palabra de Dios se difunda y glorifique (2 Tes 3,1) y se anuncie e instaure el Reino de Dios en toda la tierra.
Os invitamos a leer el Decreto Ad Gentes, del Concilio Vaticano II, por la importancia que tiene como base del actual enfoque de la Misión de la Iglesia. Leer el documento íntegro