El Papa Francisco en su más reciente entrevista periodística, la primera a medios de comunicación españoles (página 36), afirmó que “la pobreza y la humildad están en el centro del Evangelio”. En sentido teológico, no sociológico. “No se puede entender el Evangelio sin la pobreza. Yo creo que Jesús quiere que los obispos no seamos príncipes, sino servidores”. Y este deseo sobre los obispos, “servidores y no príncipes”,
Jesús y Francisco lo extienden también a los sacerdotes, a los consagrados y a los laicos. Seguro.
Domingo 15 de junio, tras el rezo del ángelus, Francisco, por sorpresa, anuncia el destino de su próximo viaje internacional. El país elegido es la nación más subdesarrollada de Europa y una de las más pobres del mundo, donde el comunismo hizo no solo del ateísmo la religión oficial y se persiguió el cristianismo, sino donde también con mayor dureza realizó algunos de sus nefandos “experimentos” sociales: Albania.
La Iglesia, que ni puede ni debe tener jamás miedo a los pobres ni avergonzarse de ellos, ha de redescubrir que son la carne de Cristo. Los pobres siempre nos evangelizan y servirlos da fuerza y credibilidad a la misión evangelizadora. Sin dicotomías, sin ideologías prestadas, sin dialécticas envenenadas y envenenadoras. Con el Evangelio, el corazón y las manos.
Ni la caridad ni los pobres pueden esperar. Y la fuerza la hemos de encontrar en el Evangelio, en la eucaristía y en la oración. Sí, “la oración –afirmó Francisco el domingo 15 en su visita a los pobres de las Comunidades de San Egidio- es la primera obra de vuestra comunidad, y consiste en escuchar la palabra de Dios. Este pan, el pan que nos da fuerza, nos hace ir adelante” y salir “al encuentro de los hermanos y hermanas en las periferias de las ciudades del mundo”
Que no nos quepa duda, que no le quepa duda a nuestra Iglesia. El camino de la misión de la alegría del Evangelio es la caridad y el servicio a los pobres. Es “hacer crecer la compasión en el corazón de la sociedad, que es la verdadera revolución, la de la compasión, la ternura”.