El año litúrgico se acerca a su fin. Circunstancia oportuna para reflexionar en perspectiva de fe sobre el Fin del mundo. Con esta intención, el leccionario nos propone un fragmento del “Sermón escatológico”, según san Marcos. Los autores llaman “Sermón escatológico” a un conjunto de avisos y exhortaciones de Cristo a sus discípulos, que llena todo el capítulo 13 del evangelio de Marcos. El tema central de estos avisos y exhortaciones es la Venida gloriosa del Hijo del hombre.
El evangelio de este domingo es uno de los textos más difíciles: el retorno de Cristo al fin del mundo para el juicio universal. Por encima de previsiones catastrofistas o apocalípticas, la enseñanza de Jesús está centrada en la “parusía” o segunda venida del Hijo del hombre. Es un acontecimiento positivo, el último de la historia de la salvación.
El Hijo de Dios, con la gloria del Resucitado hará un juicio y reunirá a todos los elegidos. Las imágenes cósmicas del sol, de la luna y de las estrellas subrayan la grandiosidad de esta venida gloriosa. Son, pues, un lenguaje simbólico que manifiesta la transcendencia del hecho y anuncia el punto culminante de la historia universal. La historia final del mundo no es una catástrofe sino una salvación para los elegidos. No podía ser de otra manera, pues ya en el comienzo de la historia humana, la creación fue el gran gesto de amor de Dios.
¿Cuándo será el retorno glorioso de Cristo? ¿Pronto o tarde? El cristiano no debe angustiarse por conocer anticipadamente el futuro ni vivir preocupado bajo concepciones milenaristas. El futuro está en las manos de Dios. Por eso el cristiano no está pendiente de curiosidades imaginarias para adivinar su futuro o el del mundo, sino vive el presente con actitud vigilante, positiva, esperanzada.