Modélame Señor con tus manos firmes.
He cambiado mucho en la vida. Desde que era pequeño hasta
hoy, en mi vida de misionero. He conocido gentes, he compartido historias, he tenido aciertos y
algún que otro descalabro. Y ahora soy consciente de que cuando te he dejado
acunarme o sacudirme, cuando he dejado que tu palabra llegue hasta mis
entrañas, entonces tú me has cambiado. Pero soy lento, y a menudo sordo o
perezoso para Ti. Me atasco en mil dinámicas que no me dejan vivir a tu manera.
Me veo débil, a veces necio… Menos mal que sé que tú no te cansas de
modelarme, que me vas transformando con manos firmes. Tú sabes a dónde me
quieres llevar a extender tu palabra, tu Reino a ser tu misionero según tu mismo modelo.