“¡Quiero ver desde la fe!”, bien podría ser el
grito de Bartimeo. Necesitamos esas gotas que transformen nuestra mirada. Las
gotas de la fe, que Jesús es el único que puede administrarnos. Nosotros
tenemos que estar abiertos para que la fe impregne el “tarro” de nuestra vida.
Miramos a veces de una manera desenfocada o
distorsionada. La fe nos da una nueva oportunidad de afrontar la realidad sin
cegueras ni miopías. Bartimeo tanto gritó y expresó su fe que el deseo le llevó
a una mirada nueva. La fe nos conduce a una aventura que se estrena cada día,
cuando pasamos de la ceguera de nuestro egoísmo y de nuestros intereses y
dejamos que la vida se nos manifieste a través de la Palabra de Jesús.
“¿Dónde
venderán esas gotitas tan fenomenales del dibujo?”. No se venden.
Son regalo. Están en cada uno. Desde el bautismo en adelante, hemos recibido
litros y litros de gotas. Aprovechémoslas y contagiemos a otros la luz que
brota de la fe y que nos aleja de la oscuridad.Mc. 10, 46-52