
La primera parte de este Sermón (cuya introducción leímos el domingo pasado) se desarrolla en tono de despedida. Entrañable adiós del Amigo y Maestro que va a morir. Hoy escuchamos las últimas líneas de esta primera parte. Dos pensamientos principales: a) por encima de la ausencia visible de Jesús, los discípulos gozarán de su presencia interior, divina; b) tendrán en este mundo la verdadera Paz.
El Evangelio del Reino proclamado por Jesús y el Evangelio de Jesús el Señor proclamado por la Iglesia es el mismo en dos etapas sucesivas. La actividad docente del Paráclito consiste en llevar a los discípulos y a la Iglesia al núcleo de la enseñanza de Jesús. Se trata de una enseñanza interpretativa, profundizadora y animadora. Sólo el Espíritu Santo es el encargado de interpretarles, de conducirles a la verdad del precepto del amor, incluídos los enemigos, precepto que Jesús mismo practicó en la cruz. La segunda tarea, es el “recuerdo”: fidelidad al Evangelio y creatividad para hacerlo creíble, fiable y eficaz en todos los tiempos y en todas las circunstancias en que se encuentren la Iglesia y los hombres.
Ángel Fontcubert