Un santo no es alguien a quien se le sube a los altares para luego olvidarse de él. O a lo sumo para rezarle como intercesor ante Dios. Un santo es un ser humano como nosotros que ha dejado que el Espíritu del Resucitado se enseñoree de su persona hasta el punto de que su vida resulte ejemplar. Es un modelo de discípulo en la época en que le haya tocado vivir, que sin embargo deviene un paradigma con valor universal, un icono, inspirador para cualquiera que desee seguir los pasos del Maestro en su circunstancia concreta. San Damián vivió en el siglo XIX, su ejemplo infundió en el ánimo de muchos de sus coetáneos el deseo de ser cristianos fervientes. Pero también movió a muchas personas del XX a responder afirmativamente a la vocación, a la llamada de Dios. De igual modo puede iluminarnos e inspirarnos a nosotros, que caminamos en el XXI. Y seguramente lo seguirá haciendo en los que vengan detrás.
Precisamente para revitalizar la misión de la congregación del apóstol de Molokai, el gobierno general de los Sagrados Corazones le ha dedicado el año 2014. Aprovechando que se cumplen ciento cincuenta años de su llegada a Hawái el 19 de marzo de 1864, ha concretado la invitación a los hermanos, por parte del capítulo general de 2012, a inspirarse en Damián. Esa propuesta es desde luego extensible a otras personas.
Conocemos la entrega del misionero a los enfermos de lepra con un amor compasivo y apasionado como el de Jesús. Sabemos que les devolvió la esperanza y las ganas de vivir con dignidad. Y que su entrega “nos invita a ir hacia las personas en pobreza extrema”. Pero hemos de tener presentes las fuentes en las que bebía para vivir con radicalidad evangélica y en las que hallaba fuerza, consuelo e inspiración. Él mismo cuenta que el manantial era la adoración diaria ante el Señor presente en el sacramento de la eucaristía. La adoración era el corazón, el núcleo de la sólida espiritualidad adquirida en sus años de formación.
Los responsables de la animación del conjunto de la congregación han enviado a cada miembro una guía titulada Viajando con Damián, hermano y compañero de camino. Original, sugestiva y bien presentada, contiene cuatro etapas a las que corresponden sendos guiones para adoraciones individuales: Te seguiré…, …con amor apasionado…, …tomando la cruz…, para servirte en los más pobres. Se puede entrar en este programa por cualquiera de las etapas.