–a causa del ébola- de los misioneros de S. Juan de Dios Miguel Pajares y Manuel García, y la contaminación de la auxiliar de enfermería Teresa Romero con la misma enfermedad,
Sea nuestra primera palabra de reconocimiento y gratitud por el testimonio de los dos misioneros muertos y por los muchos más que han decidido quedarse al lado de todos los enfermos de ébola en África. Así mismo, por el ejemplo de entrega y servicio de Teresa, que se ofreció voluntaria para atender a los dos primeros.
Queremos solidarizarnos especialmente con ella, ahora que se nos dice que “ha bajado la carga viral y sus órganos mejoran”. Esperamos su total recuperación y rezamos por ello.
Y nos solidarizamos con todos los trabajadores de salud que han puesto y siguen poniendo su profesión, sus conocimientos y su dedicación a una causa tan noble como es frenar el azote de esa enfermedad aquí y, sobre todo, en los países más afectados. Vaya nuestro reconocimiento a todos -creyentes y no creyentes- los que entregan su tiempo y sus vidas en defensa de la de los demás y buscando otro mundo posible: más justo, equitativo y solidario.
Denunciamos, eso sí, que un importante sector oficial y de la prensa hayan centrado sus críticas en la “posible irresponsabilidad de Teresa” en el contagio. También es indigno que no se reconozca y valore, por encima de todo, su actitud de servicio, su entrega y su sacrificio en un trabajo arriesgado.
Así mismo, lamentamos que otro sector de la población (incluso autoridades) haya dado reiteradas muestras de egoísmo, individualismo y cerrazón, con una exagerada preocupación sólo por “nuestros” problemas – por nuestra seguridad - y olvidándose totalmente de los países que más sufren el ébola y, por supuesto, otras enfermedades y lacras que causan diariamente muchos miles de muertes. Muy acertadamente alguien ha dicho que esas personas se preocupan “más que de salvar a los pobres, de salvarse de los pobres”, levantando todo tipo de muros y barreras que nos aíslen y los aíslen. En un mundo globalizado eso ya no es posible: ¡o nos salvamos todos o juntos pereceremos!