El discurso de Jesús sobre el “Pan de Vida” ha provocado una profunda crisis entre sus seguidores. Era preciso tomar una decisión: seguir o abandonar a Jesús. ¿Esto os escandaliza? Dice Jesús. ¿Y si vierais cosas más grandes? Jesús no se acomoda a sus expectativas, por eso el evangelista nos dice que muchos se echaron atrás. Juan nos presenta dos modelos de respuesta: el de muchos discípulos y el de los Doce. Se hace historia concreta aquello que el mismo Juan escribió en su prólogo: la palabra se hizo carne… vino a los suyos pero no le recibieron… pero a los que le recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios. Estos son aquellos que han confesado como Pedro: Señor… Tú tienes palabras de vida eterna.
En definitiva, ser discípulo no garantiza nada si no se acompaña de una actitud de escucha, de fe, de apertura a Jesús y a su existencia.
En definitiva, ser discípulo no garantiza nada si no se acompaña de una actitud de escucha, de fe, de apertura a Jesús y a su existencia.
¿Soy capaz de decir con la misma fuerza de Pedro:
Señor, a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna. Y
sobre todo ¿contemplo a Jesús, fiel al Padre y a su misión, aún a riesgo de
quedarse solo?
.La situación en la que nos encontramos nos impulsa a ir a las fuentes de nuestra fe y a hacernos discípulos y testigos del Dios de Jesucristo, de una forma más decidida y radical, porque creemos, como Pedro que:
Sólo tú Señor, tienes palabras de vida eterna.