¡Te necesito, Señor!, porque sin Ti mi vida se seca.
Quiero encontrarte en la oración, en tu presencia inconfundible,
durante esos momentos en los que el
silencio se sitúa de frente a mí, ante Ti.
¡Quiero buscarte!
Quiero encontrarte dando vida a la
naturaleza que Tú has creado; en la transparencia del horizonte lejano
desde un cerro, y en la profundidad de un bosque que protege con sus hojas los latidos
escondidos de todos sus inquilinos. ¡¡Necesito sentirte alrededor!!
Quiero encontrarte en tus sacramentos, en el reencuentro con tu perdón,
en la escucha de tu palabra, en el misterio de tu cotidiana entrega
radical.