Jesús sigue orando e intercediendo por nosotros, mostrando al Padre el precio de nuestra salvación: sus llagas.
Al centro de la homilía estuvo el pasaje del Evangelio en el que Jesús pasa toda la noche orando al Padre antes de elegir a los Doce Apóstoles: “Jesús compone su equipo” y luego se encuentra rodeado por una gran multitud de gente “llegada para escucharlo y ser curada” porque “de Él brotaba una fuerza que sanaba a todos”. Son las “tres relaciones de Jesús” : “Jesús con el Padre, Jesús con sus apóstoles y Jesús con la gente”. Jesús oraba al Padre por los Apóstoles y por la gente. Y aún hoy reza.
Él reza por mí; reza por todos nosotros y reza con coraje porque hace ver al Padre el precio de nuestra justicia: Sus llagas. Agradezcamos . Y hablemos con Jesús: ‘Señor, Tú eres el intercesor, Tú me has salvado, me has justificado. Pero ahora, reza por mí’. Y confiemos nuestros problemas, nuestra vida, tantas cosas a Él , para que Él las lleve al Padre”.