El templo es un lugar sagrado en el que lo más importante no es la ritualidad, sino "adorar al Señor". Lo afirmó el Papa Francisco en la Misa de Casa de Santa Marta. El Papa meditó sobre el ser humano que como "templo del Espíritu Santo" está llamado a escuchar a Dios dentro de sí, a pedirle perdón y a seguirlo.
El Templo es la casa de piedra donde un pueblo custodia su alma ante Dios. Pero Templo sagrado es también el cuerpo de un individuo singular, en donde Dios habla y el corazón escucha.
El Santo Padre desarrolló su homilía centrándose en estas dos dimensiones, que corren paralelas en la vida cristiana. El motivo lo dio el pasaje litúrgico del Antiguo Testamento, en el que Judas Macabeo vuelve a consagrar el Templo destruido por las guerras.
El Templo es el lugar a donde la comunidad va a rezar, a alabar al Señor, a dar gracias, pero sobre todo a adorar: en el Templo se adora al Señor. La adoración es más importante: toda la comunidad reunida mira el altar donde se celebra el sacrificio y se adora. Pero, yo creo - lo digo humildemente - que quizás nosotros cristianos hemos perdido un poco el sentido de la adoración, y pensamos: vamos al Templo, nos reunimos como hermanos - ¡eso es bueno, es bello! - pero el centro está allí donde está Dios. Y nosotros adoramos a Dios".
"San Pablo nos dice que somos templos del Espíritu Santo. Yo soy un templo. El Espíritu de Dios está conmigo. Y también nos dice: ‘¡No entristezcan el Espíritu del Señor que está dentro de ustedes!'. Y también aquí, tal vez non podemos hablar como antes de la adoración, sino de una suerte de adoración que es el corazón que busca el Espíritu del Señor dentro de sí y sabe que Dios está dentro de sí, que el Espíritu Santo está dentro de sí. Lo escucha y lo sigue".
Ciertamente la secuela de Dios presupone una continua purificación, "porque somos pecadores", repitió el Papa, insistiendo: "Purificarse con la oración, con la penitencia, con el Sacramento de la reconciliación, con la Eucaristía". Y así, "en estos dos templos - el templo material, el lugar de adoración, y el templo espiritual dentro de mí, donde habita el Espíritu Santo - en estos dos templos nuestra actitud debe ser la piedad que adora y escucha, que reza y pide perdón, que alaba al Señor":