Aquel día, Jesús pasaba por Jericó. Como siempre, cientos de personas lo rodeaban para escucharlo. Entre toda esa gente, Zaqueo quería ver a Jesús. Subido en una higuera, consiguió lo que quería. Pero realmente aquello que parecía un satisfacer su curiosidad, fue un momento de gracia en su vida, ya que a partir de aquel encuentro la vida de Zaqueo cambiaría. Jesús vio a Zaqueo, y le pidió hospedarse en su casa.
Primer problema. Zaqueo era jefe de publicanos.
Su trabajo como publicano consistía en cobrar el impuesto a su gente para entregárselo a los romanos, y ya de paso, aprovecharse de ellos. Obviamente, Zaqueo era considerado por todos como una persona despreciable y pecadora. Entonces, ¿cómo iba a quedarse Jesús en casa de un pecador? De hecho… “al ver esto, todos murmuraban diciendo: Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador. Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más”.
Primer problema. Zaqueo era jefe de publicanos.
Su trabajo como publicano consistía en cobrar el impuesto a su gente para entregárselo a los romanos, y ya de paso, aprovecharse de ellos. Obviamente, Zaqueo era considerado por todos como una persona despreciable y pecadora. Entonces, ¿cómo iba a quedarse Jesús en casa de un pecador? De hecho… “al ver esto, todos murmuraban diciendo: Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador. Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más”.
Aquel día, ese encuentro con el Señor, que parecía casual, fue el principio del cambio en la vida de Zaqueo. Y es que, como bien dijo Jesús, … “el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido”. Para los convecinos de Zaqueo, él estaba ya perdido. Para ellos, Zaqueo no merecía la pena a los ojos de Dios. Pero Jesús sabía que sí había lugar para recuperar a Zaqueo. Antes de su encuentro con Jesús, Zaqueo sólo pensaba en aprovecharse de los demás. Ahora reconoce su mediocridad, y está decidido a rehacer su vida. Y todo ello tiene como trasfondo una comida, a la que Jesús se “autoinvitó”. ¿No nos recuerda a la Eucaristía?
La Misa es siempre un momento gozoso en el que experimentamos que Jesús se pone a la mesa con todos nosotros, pecadores –como Zaqueo-. Tras ese encuentro con el Señor, que nos habla y que nos alimenta, Él mismo nos invita también a vivir el gozo de la conversión, y del cambio radical de vida. En cada Misa se nos ofrece ese encuentro especialísimo con Dios que viene a salvarnos. ¡Feliz domingo!