Una vez más los cristianos hemos recordado y celebrado durante la Semana Santa lo que aconteció a Jesús en los últimos días de su vida. Jesús terminó bruscamente sus días entre nosotros. Fue ajusticiado; murió en el patíbulo de la cruz; murió sin odio, perdonando, y poniendo su vida en manos del Dios de la Vida.
Al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María, amigas de Jesús, van a visitar el sepulcro donde han puesto el cuerpo. Reciben entonces el mensaje jamás escuchado en la historia de la humanidad: “Vosotras, no temáis, ya sé que buscáis a Jesús el crucificado. No está aquí: ha resucitado”. “Ahora id a decir a sus discípulos y a Pedro: Él va delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis”.
Galilea era el lugar donde Jesús había vivido y trabajado, donde había proclamado sus bienaventuranzas, donde había curado y perdonado, donde había anunciado para todos, especialmente para los pobres y pecadores, el Año de Gracia del Señor. Era el lugar donde los discípulos habían compartido con Jesús los momentos de su vida. El ángel, la inspiración de Dios, a través de las mujeres, les pide a los discípulos que vuelvan a Galilea - y que volvamos también nosotros –al lugar del trabajo y de la vida, al lugar del sufrimiento y del gozo, al lugar de los sueños y de las frustraciones. Y añade algo maravilloso que cambia todo el horizonte de la vida de sus discípulos y de nosotros sus seguidores: Allí me veréis.
Para el papa Francisco, “Cristo Resucitado y glorioso es la fuente profunda de nuestra esperanza. Jesús Resucitado hacer nacer por todas partes brotes de un mundo nuevo; y aunque se los corte, vuelven a brotar, porque la resurrección del Señor ya ha penetrado la trama oculta de la historia. Jesús no ha resucitado en vano. En el hoy de nuestro caminar, en el hoy de la historia de la humanidad, se nos invita: Recorred los caminos de la vida y de la historia siguiendo los pasos de Jesús. El va adelante, como Buen Pastor. ¡Que renazca la esperanza!
¡Feliz Pascua de Resurrección! Miguel Diaz ss.cc.