Hace mucho tiempo, en un pueblo insignificante llamado Nazaret, por el sí de una mujer entró Dios en nuestra tierra. Es difícil imaginarte, María, siendo una chiquilla, aceptando un mensaje que te comprometerá toda la vida. Apenas podías entender lo que el ángel te estaba diciendo... y, sin embargo, dijiste que “Sí”.
Cuántas veces por juventud, por miedos, por inseguridad, no soy capaz de arriesgar, de dar el último paso para, como tú, decir también “Sí” al Evangelio.
María, ayúdame para que mi “Sí” sea radical, sincero y comprometido, no un “Sí” a medias, dependiente del momento y de la situación.
¿Qué estoy dispuesto a arriesgar por Dios? Mi comodidad, mi tiempo… MI VIDA?
María ayuda a todos los misioneros que dejando su Patria y familia son portadores de la Palabra de tu Hijo Jesús; bendícelos, ayúdales, guárdalos de todo peligro.
Te doy mi corazón,
te doy mi alma,
yo vivo para ti.
Cada paso que doy,
en cada momento,
haz tu voluntad en mí.