Con motivo de la próxima visita a Corea del Papa Francisco, Jan Bentz de Catholic News Agency, ha entrevistado al padre jesuita Denis Kim, coreano y profesor en la Pontificia Universidad Gregoriana. “Los coreanos están muy emocionados y llenos de alegría”, decía. “Hay expectativas de renovación en la Iglesia de Corea. En otras palabras, el Santo Padre puede refrescar y dar inspiración, y sentido de dirección a la Iglesia coreana”.
El padre Kim sugiere dos motivos que explican la atracción de la Iglesia. “El primero es que hay una especial hambre; así que si se le pregunta a un coreano convertido al catolicismo recientemente, dirá: “Me hice católico porque quería encontrar la paz, la paz de la mente y del corazón”. Al contrario que en otros países, la Iglesia coreana se presenta como una fuerza positiva para la sociedad surcoreana. “Otro de los motivos de su atractivo es que la Iglesia católica ha adquirido credibilidad y autoridad moral en comparación con otras religiones del país”, añadía el jesuita.
El estilo del Papa Francisco se ha ganado los corazones de los coreanos, decía, “con su modo honesto de hablar e interactuar con los demás y por su respeto hacia ellos, especialmente los marginados y los pobres. Esto atrae de verdad a las generaciones más jóvenes”. De ahí que “el mejor mensaje es el mensajero mismo”.
“Normalmente”, señalaba el padre Kim, “las generaciones más jóvenes son tratadas como objeto de la misión, como estudiantes que necesitan aprender y ser educados”, pero el Papa Francisco “les invita, como un compañero, a una misión”.
“Necesitamos nuevas formas de ser discípulos”, decía el padre Kim. “Nuevas formas de martirio, nuevas formas de ser testigos”. Durante su viaje, el Papa Francisco beatificará a 124 mártires coreanos que sufrieron persecución en el siglo XIX, y que son modelos para los católicos de hoy. “Necesitamos nuevos discípulos”, recalca el profesor jesuita, “que no tengan miedo de ser testigos de la fe en este mundo contemporáneo, democrático y capitalista”.
La Iglesia puede jugar un importante papel ante diversos desafíos, como son “la situación de inseguridad de la juventud, las circunstancias de precariedad laboral, las familias rotas, los altos índices de divorcio y de suicidio, y el sentimiento de sentirse incomprendidos de los jóvenes”.