Hoy quiero compartir con vosotros algunas cosas de la peregrinación que realicé a Turquía desde el viernes pasado hasta el domingo. Al igual que había pedido que se preparara y se acompañara con la oración, ahora os invito a dar gracias al Señor por su realización y para que puedan surgir frutos de diálogo tanto en nuestras relaciones con los hermanos ortodoxos como en las que mantenemos con los musulmanes, así como en el camino hacia la paz entre los pueblos.
Durante el segundo día, visité algunos lugares símbolo de las diferentes confesiones religiosas presentes en Turquía. Lo hice sintiendo en el corazón la invocación al Señor, Dios del cielo y de la tierra, Padre misericordioso de toda la humanidad. Centro de la jornada fue la celebración eucarística que vio reunidos en la catedral a pastores y fieles de los diferentes ritos católicos presentes en Turquía
El último encuentro –que fue hermoso y doloroso también– fue con un grupo de muchachos refugiados, acogidos por los salesianos. Era muy importante, para mí, reunirme con algunos refugiados de las zonas en guerra del Oriente Medio, tanto para expresarles la cercanía mía y de la Iglesia, como para subrayar el valor de la acogida, valor con el que también Turquía está muy comprometida. Agradezco una vez más a Turquía su acogida de tantos refugiados, y doy las gracias de corazón a los salesianos de Estambul. ¡Esos salesianos trabajan con los refugiados, son buenos! También me reuní con otros padres y con un jesuita, alemanes, y con otros que trabajan con los refugiados
Que Dios todopoderoso y misericordioso siga protegiendo al pueblo turco, a sus gobernantes y a los representantes de las diferentes religiones. Ojalá construyan juntos un futuro de paz, de manera que Turquía pueda constituir un lugar de convivencia pacífica entre religiones y culturas distintas. Recemos también para que, por intercesión de la Virgen María, el Espíritu Santo haga fecundo este viaje apostólico y fomente en la Iglesia el fervor misionero, para anunciar a todos los pueblos, con respeto y en diálogo fraterno, que el Señor Jesús es verdad, paz y amor. Solo Él es el Señor.