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OMPRESS-ROMA (30-03-15) Con motivo de los 500 años del nacimiento de santa Teresa de Jesús, el 28 de marzo de 1515 en Ávila, el Santo Padre ha escrito al superior general del Carmelo Descalzo. Le habla de la dimensión misionera y eclesial de la santa “andariega” que abre nuevos horizontes e invita a ver el mundo con los ojos de Cristo, para buscar lo que Él busca y amar lo que Él ama.
“Querido Hermano: Al cumplirse los quinientos años del nacimiento de santa Teresa de Jesús, quiero unirme, junto con toda la Iglesia, a la acción de gracias de la gran familia del Carmelo descalzo –religiosas, religiosos y seglares– por el carisma de esta mujer excepcional.
Considero una gracia providencial que este aniversario haya coincidido con el año dedicado a la Vida Consagrada, en la que la Santa de Ávila resplandece como guía segura y modelo atrayente de entrega total a Dios. Se trata de un motivo más para mirar al pasado con gratitud, y redescubrir ‘la chispa inspiradora’ que ha impulsado a los fundadores y a sus primeras comunidades (cf. Carta a los Consagrados, 21 noviembre 2014).
1. Santa Teresa es sobre todo maestra de oración. En su experiencia, fue central el descubrimiento de la humanidad de Cristo. Movida por el deseo de compartir esa experiencia personal con los demás, escribe sobre ella de una forma vital y sencilla, al alcance de todos, pues consiste simplemente en ‘tratar de amistad con quien sabemos nos ama’ (Vida 8,5). Muchas veces la misma narración se convierte en plegaria, como si quisiera introducir al lector en su diálogo interior con Cristo. La de Teresa no fue una oración reservada únicamente a un espacio o momento del día; surgía espontánea en las ocasiones más variadas: ‘Cosa recia sería que sólo en los rincones se pudiera traer oración’ (Fundaciones 5, 16). Estaba convencida del valor de la oración continua, aunque no fuera siempre perfecta. La Santa nos pide que seamos perseverantes, fieles, incluso en medio de la sequedad, de las dificultades personales o de las necesidades apremiantes que nos reclaman.
Para renovar hoy la vida consagrada, Teresa nos ha dejado un gran tesoro, lleno de propuestas concretas, caminos y métodos para rezar, que, lejos de encerrarnos en nosotros mismos o de buscar un simple equilibrio interior, nos hacen recomenzar siempre desde Jesús y constituyen una auténtica escuela de crecimiento en el amor a Dios y al prójimo.