Cambiamos de mes. Hemos empezado el mes de mayo, mes de María, mes de la flores, mes… La naturaleza desborda vida por sus poros y, en ocasiones, se mueve dejando tras de sí destrucción, silencio, muertes y cambios. Muchos creyentes se preguntarán y dudarán de Dios. Otros, ateos, hasta tendrán la tentación de dirigirse a Dios y rezar.
Se trata del misterio, de la vida, de la naturaleza que bulle y crea. Ante una realidad tan así, nuestra Fe no puede ser Estéril, pues la Pascua sigue para hablarnos de la vida del Resucitado en el mundo, se nos pone la alegoría de la vid y los sarmientos: la vid vive en los sarmientos, los sarmientos viven en la vid. La sabia es la portadora de vida. Todo sarmiento que está vivo tiene que producir fruto.
Así es también nuestra fe. Vive, crece y da frutos, cuando vivimos abiertos a la comunicación con Cristo. A veces damos la impresión de estar cogidos en una red de relaciones, actividades, ocupaciones y problemas, que nos hacen sentirnos solos en nuestro interior, incapaces de vida interior. Parece que estamos siempre huyendo, siempre de espaldas a nosotros mismos, afectados por una epidemia de soledad y vacío interior. Lo advertía ya P. Claudel: “Nunca los hombres han sido tan solidarios, ni han estado tan solos”. Necesitamos conocer la comunicación cálida, gozosa, revitalizadora con el resucitado.
Feliz Día del Señor. Un fuerte abrazoJOSÉ A.