La Trinidad es una verdad que la fe impone, pero que no llega a transformar del todo nuestras vidas. Y sin embargo al revelarnos el misterio de la Trinidad, Dios nos ha revelado que él vive la vida más cercana y parecida a la nuestra, la vida de familia, en la que hay entrega total, comunicación entera y absoluta complacencia. Dios ha revelado que su vida es toda ella don, amor, alegría de amar y de ser amado. Dios es Padre, es Hijo y es Espíritu Santo.
Representar a Dios siempre ha sido un reto y esfuerzo del arte cristiano. Para muchas obras artísticas son un compendio teológico de los dos misterios fundamentales: la Unidad-Trinidad de Dios y la encarnación redentora de Cristo. Pero ninguna pintura ha alcanzado la intensidad, la sublimidad y la profundidad de intuición mística como la “Trinidad de Andrej Rublëv” (siglo XV).
El pintor ruso ha concentrado toda la atención en tres ángeles, sentados en torno a una mesa, signo de la Eucaristía. El de la derecha representa al Espíritu Santo, el del medio al Hijo y ambos se inclinan ante el ángel de la izquierda, que permanece erguido y es figura del Padre, que con simplicidad y autoridad los preside en el amor. Todo el icono tiene una animación en movimiento circular y transmite armonía y concordia. La pintura de Rublëv sugiere visualmente que las relaciones en Dios son trinitarias y a la vez permite intuir el abismo de su amor infinito. A través de esta inspiración artística se puede entrever algo de lo inefable del misterio supremo de Dios.
El pintor ruso ha concentrado toda la atención en tres ángeles, sentados en torno a una mesa, signo de la Eucaristía. El de la derecha representa al Espíritu Santo, el del medio al Hijo y ambos se inclinan ante el ángel de la izquierda, que permanece erguido y es figura del Padre, que con simplicidad y autoridad los preside en el amor. Todo el icono tiene una animación en movimiento circular y transmite armonía y concordia. La pintura de Rublëv sugiere visualmente que las relaciones en Dios son trinitarias y a la vez permite intuir el abismo de su amor infinito. A través de esta inspiración artística se puede entrever algo de lo inefable del misterio supremo de Dios.
Dios es Padre, es decir, fuente inagotable, inmortal e infinita de todo cuanto existe; principio de unidad y generosidad; signo del amor que no pasa nunca y garantía providente del gobierno de la vida.
Dios es Hijo: El que manifiesta al Padre, el que publica su gloria, el que es imagen purísima: Dios de Dios, Luz de Luz, como confesamos en el Credo.
Dios es Espíritu. La entrega del Padre al Hijo y del Hijo al Padre es una realidad tal que se convierte en una Persona, en un Espíritu de amor y entrega. Es transparencia del espíritu de unión y de vida de la Trinidad Santa.