Dice Miguel Ángel – “Tuve la oportunidad de compartir con misioneros sus experiencias. Yo pensaba: “¡Qué grandes son!, ¡Yo quiero ser como ellos!, ¡Qué humildad, sencillez, amor por Dios! Pero… ¡si yo soy un desastre!”. Ahí entendí que, aun en tiempos de crisis, e incluso más en tiempos de crisis, es importante “el goteo misionero” en todo el mundo.
El mandato de Jesús se seguiría cumpliendo -“Id por todo el mundo y anunciad el evangelio”- y yo podía ser un pequeñísimo instrumento para ello. Decidí ahí comprometerme a ir a Perú”.
Cómo contar toda nuestra experiencia con solo fotos o vídeos? ¿Cómo explicar a todo el mundo que he vivido realmente en fraternidad con mis hermanos de misión? ¿Cómo expresar que durante ese tiempo de misión he confiado en la Providencia de Dios y que nunca, sí- digo nunca-, había sentido que Dios me cuida, me protege y me lleva cada día a que, con mis limitaciones, anuncie su Palabra? ¿Cómo decirles a todos que he sentido que era un humilde instrumento de Dios?.
Lo más importante en esta experiencia misionera ha consistido, en acompañar a estas gentes, en visitarles, en animarles y acompañarles en su día a día. En definitiva en ser testigos de la grandeza de nuestra Iglesia y de sus misioneros y misioneras.
Al despedirnos de ellos, tanto de los misioneros como a todas las personas de la ciudad, les prometimos que desde la otra punta del mundo rezamos por ellos y que hay esperanza, la Esperanza de Dios, de la Buena Noticia.