“La primera motivación para evangelizar es el amor de Jesús que hemos recibido, esa experiencia de ser salvados por Él que nos mueve a amarlo siempre más… La mejor motivación para decidirse a comunicar el Evangelio es contemplarlo con amor, es detenerse en sus páginas y leerlo con el corazón. El Evangelio responde a las necesidades más profundas de las personas… El verdadero misionero, que nunca deja de ser discípulo, sabe que Jesús camina con él, habla con él, respira con él, trabaja con él. Percibe a Jesús vivo con él en medio de la tarea misionera… Esa mirada de Jesús (crucificado) se amplía y se dirige llena de cariño y de ardor hacia todo su pueblo”.
María, la madre de la evangelización (nn.284-288): “Ella es la Madre de la Iglesia evangelizadora y sin ella no terminamos de comprender el espíritu de la nueva evangelización. El regalo de Jesús a su Pueblo… No quiere que caminemos sin una madre, y el pueblo lee en esa imagen materna todos los misterios del Evangelio. María, la Iglesia y cada fiel… de diversas maneras, engendran a Cristo”. “Ella es la misionera que se acerca a nosotros para acompañarnos por la vida, abriendo los corazones a la fe con su cariño materno… La Madre del Evangelio… cada vez que miramos a María volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura … La Iglesia es una madre para todos los pueblos”.
Evangeli Gaudium