Dice una canción cuaresmal que "subimos con esperanza la
escalada cuaresmal y avanzamos hasta la cumbre Pascual". Pero aún queda un largo
camino y el cansancio del día a día puede generar dudas y preguntas. Se percibe
la ausencia de Dios y surge ¿dónde está Dios ahora? Da la impresión que la única
respuesta que oímos es el silencio. Dios calla. A veces se asoma uno a la vida y
le es difícil no percibir una sensación de desencanto.
Y parece que Dios sigue callando. Tal vez ese silencio
sea consecuencia de nuestras muchas palabras.
En el camino de Cuaresma tenemos
la oportunidad de hacer un alto y sentarnos con Jesús, junto a su fuente.
Recobrar fuerzas, refrescarnos, y seguir adelante hasta la meta: la Pascua del
Señor. Dios no
guarda silencio, quizás seamos nosotros los que no hacemos silencio, los que no
cesamos de hablar. Solo cuando con paz aceptamos esa situación, nuestra
situación, escucharemos las palabras de Jesús en su Evangelio, palabras de
consuelo y esperanza.
En una paz rodeada de silencio,
la Samaritana descubre que Dios estaba a su lado. La Cuaresma nos quiere llevar a
este encuentro con Jesús, don del Padre y manantial de agua viva.