La solemnidad de todos los Santos, es una invitación a mirar con esperanza la eternidad de nuestra vida en la nueva Jerusalén. Y también para mirar al cielo agradecidos por la vida escondida y entregada de misioneros que nos han precedido.
La Fiesta de todos los Santos, fiesta universal de la Iglesia, viene seguida por la celebración de oración por los difuntos. La Iglesia desde sus inicios honró con gran piedad el recuerdo de los difuntos y también ofreció sufragios por ellos, pues “es una idea santa y piadosa orar por los difuntos para que se vean libres de sus pecados“ (2M 12,46).
En este contexto eclesial vienen la memoria muchas personas, amigos y familiares, que han sido llamados por Dios a la otra vida, a la eterna. Entre ellos destacan por su cercanía y proximidad nuestros misioneros y misioneras. La mayoría de ellos han muerto en el lugar de destino, en silencio y entregando hasta su último aliento por la misión a la que habían dado su vida. La mayoría de ellos de muerte natural, después de muchos años de servicio y allí han quedado sus restos mortales. Otros han muerto de forma violenta bien por accidente, bien por agresiones extremas.
Viene a nuestro recuerdo los recientes fallecimientos de los dos Hermanos de San Juan de Dios, Miguel Pajares y Manuel García Viejo, que han entregado su existencia por causa de la enfermedad del ébola. Su muerte ha suscitado una inquietud en el pueblo español. Nadie ha quedado indiferente ante el ejemplo de su existencia y de las circunstancias que han concurrido
Pudiera parecer que este mes de noviembre es un mes de bajo perfil misionero al no tener lugar ninguna conmemoración significativa. Nada más lejos de la realidad. Es el mes para mirar al cielo agradecidos por la vida escondida y entregada de tantos hermanos nuestros que nos han precedido. Es el mes que invita a recordar a tantos fundadores y fundadoras que, fieles a la iluminación del Espíritu Santo, pusieron en marcha una iniciativa misionera a la que han incorporado miles seguidores que han tomado el testigo de su carisma fundacional. Es el mes para recordar agradecidos el coraje misionero de Paulina Jaricot, Mons. Forbin-Jansom, Juan Bigard y Paolo Manna que pudieron en marchas las cuatro Obras Misionales Pontificias. Anastasio Gil