Ana Gutiérrez es una joven misionera Esclava del Sagrado Corazón de Jesús, ella sabe bien lo que es consolar al triste al que se siente solo y desamparado.
"Escuchando la vida de mis enfermos infectados de Sida me he ido dando cuenta de la importancia de no juzgar y no condenar.
Muchas veces nos preguntamos qué habrá hecho, o qué vida habrá llevado para infectarse. Sin embargo la mayoría de mis pacientes son mujeres y niños. Mujeres en muchos casos contaminadas a causa de la infidelidad de sus maridos. Y niños víctimas inocentes igualmente, contaminados en el embarazo o el parto.
Ser misionera de la misericordia implica acoger sin juzgar, escuchar sin prejuicios y acompañar el dolor no sólo físico si no en muchos casos moral y espiritual.
Y como el Papa Francisco, me digo muchas veces: ¿quién soy yo para juzgar?"
Este es su gesto de misericordia ¿Cuál es el tuyo?
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