El pan que nos ofrece Jesús es el único que nos garantiza “subir” al Padre,
vivir desde sus opciones, sus criterios, su manera de entregarse. El pan de
vida es escalera para el cielo, ese cielo del abrazo del Padre, de la mano
tendida y el corazón abierto.
Necesitamos esa escalera hacia el cielo. Subir los peldaños de la esperanza,
disipar los temores del camino, lanzarnos a la carrera del amor sin medida.
El pan que nos ofrece Jesús nos garantiza la vida y una vida en plenitud.
Acudamos a esa panadería tan especial que resulta ser la eucaristía. Allí el
pan de vida se nos ofrece gratuitamente para subir los peldaños de la aventura
del amor.
María, en la fiesta de su Asunción, nos muestra como nadie la atracción del
amor que supera el pecado y la muerte, la desilusión y la fealdad. Ella, asunta
al cielo, fue pionera en descubrir la escalera eucarística.