El Papa Francisco nos invita a todos a ser portadores de la buena noticia de Cristo y da las gracias de manera especial a los misioneros y misioneras (sacerdotes, religiosos y laicos), que, acogiendo la llamada del Señor, dejan su patria para servir al Evangelio en tierras y culturas diversas.
También reconoce y agradece el Papa el inmenso esfuerzo de las Iglesias jóvenes que dan, desde su pobreza, misioneros para compartir la frescura y el entusiasmo con que ellas viven la fe. Afirma: “Vivir en este aliento universal, respondiendo al mandato de Jesús «id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos» (Mt 28,19), es una riqueza para cada una de las Iglesias particulares, para cada comunidad, y donar misioneros y misioneras nunca es una pérdida, sino una ganancia”.
Exhorta a los misioneros a vivir con alegría su precioso servicio a las Iglesias a las que son enviados, y a llevar su alegría y experiencia a las Iglesias de las que provienen (cf. Hch 14,27; Porta fidei, 1). Esto puede ser una especie de “restitución” de la fe, de modo que las Iglesias de antigua cristiandad redescubran el entusiasmo y la alegría de compartir la fe en un intercambio de dones que enriquece mutuamente en el camino de seguimiento del Señor.