Cada domingo es un grito ¡Ven Señor! Y cada domingo es una celebración de la venida de Jesús.
Cada domingo nos pone en camino hacía el encuentro del Señor y cada domingo es el Señor el que viene a nuestro encuentro.
Cada domingo recordamos la Pascua del amor entregado de Cristo, revivimos este amor y anunciamos la plenitud gloriosa de este mismo amor. Cada domingo el Señor nos invita a sentarnos a su mesa y a la vez nos anticipa las primicias de la mesa del Reino, Memorial, presencia y profecía a la vez.
¡Al final de los días!… dice el profeta. Esos días finales son los del Mesías, los de Jesucristo.
En esos días Dios estará más cercano, a nuestro alcance.
En esos días una luz poderosa brillara desde lo alto del monte.
En esos días la palabra de Dios resonará en nuestros corazones.
En esos días todos los pueblos escucharan mensajes de libertad y esperanza.
En esos días las armas se irán enterrando y la paz se irá imponiendo progresivamente.
En esos días la economía se pondrá de rodillas ante el hombre y se empleará en servicio de su dignidad.
Todos estos sueños en Jesucristo se hicieron realidad, pero seguimos soñando, Jesucristo es profecía cumplida, pero El nos necesita, cuenta con nosotros.
Al final de los días fue ayer (= en Cristo), es hoy (= en Cristo), será mañana (=en Cristo)
“Veamos ahora que arreglos y que adornos necesita nuestra alma para recibir menos indignamente al Señor Jesús”.