Estamos en el último Domingo de Adviento. La Navidad está tan cerca, es tan grande el deseo y la esperanza que, aún en pleno Adviento, en el último escalón, esa alegría, ese don tan grande que se espera, rompe los moldes de la propia espera. La Virgen está ya a punto de Navidad y hasta en los deseos más diminutos se apunta ya la luz de Navidad. En esta espera, casi realidad, podemos preguntarnos, ¿a quién esperamos, para qué lo esperamos? La Navidad es un gran misterio de amor. Dios se queda con el hombre para siempre y pone un germen de vida eterna en el hombre.
Como dice el comentario de Pagola, "el secreto consiste, sobre todo, en saber estar con los ojos cerrados y en silencio apacible, acogiendo con un corazón sencillo esa presencia misteriosa que nos está alentando y sosteniendo. No se trata de pensar en eso, sino de estar "acogiendo" la paz, la vida, el amor, el perdón... que nos llega desde lo más íntimo de nuestro ser. Tenemos un tiempo, unos días para sentir, vivir, acoger y gozar de la presencia del Señor que viene".
Feliz Domingo y Feliz Navidad para todos.