"Hoy, en Belén de Judá, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor ... Encontraréis un niño”. . .
Esta es la Buena Noticia proclamada en el mundo entero a todos los hombres y mujeres de buena voluntad. A Dios nadie lo ha visto.
La buena noticia de Navidad nos descoloca: Dios es Emmanuel, Dios con-nosotros; Dios es Jesús. Dios se hace un niño débil y frágil, Dios es humano. Nos fascina la ternura del niño de María: ¡es la ternura de Dios! Por eso, nos alegra tanto celebrar la Navidad y felicitar al Niño de Belén. ¡ Felicidades, Jesús !
Desde la primera navidad, en el seno de María se han encontrado para siempre los caminos de Dios y nuestros caminos. Conocemos por propia experiencia los caminos de los hombres, muchas veces retorcidos y escabrosos, pero ¿cuáles son los caminos de Dios? A veces dudamos. Volvamos entonces la mirada al protagonista de la Navidad. ¿Tantas navidades celebradas y, todavía no sabemos que los caminos recorridos por Jesús son los caminos de Dios? Caminos humanos y sencillos, caminos
de paz y de encuentro; por las calles de Belén y de Nazaret correteó Jesús. Y Jesús es Dios.
¿Sería mucho pedir que en esta Navidad bajemos a Dios del pedestal donde le hemos entronizado para permitirle recorrer nuestros barrios y ciudades contagiándoles humanidad y ternura?
Feliz Navidad: el Niño de Belén nos humaniza y nos diviniza.
Feliz Navidad: crecen el cariño y la ternura en nuestros hogares.
Feliz Navidad: todos hermanos en Jesús; todo rostro humano nos re-cuerda al de Jesús, el hijo de María, Dios-con-nosotros.