El momento es del hombre, el tiempo es de Dios que lo ilumina con la esperanza, dice el Papa. El hombre puede creerse soberano del momento, pero sólo Cristo es el dueño del tiempo. Dos consejos, para comprender el transcurso del presente y prepararse al final de los tiempos: oración y esperanza. La oración, junto al discernimiento, ayuda a descifrar los diversos momentos de la vida y orientarlos hacia Dios. La esperanza es el faro que ilumina la última meta de cada vida, y, en sentido escatológico, la del final de los tiempos.
Para conocer el camino que debo tomar en este momento, es necesario el don del discernimiento y la oración. En cambio, para mirar el tiempo, del que sólo el Señor es dueño, Jesucristo, nosotros no podemos tener ninguna virtud humana. La virtud para mirar el tiempo debe ser, regalada por el Señor: ¡Es la esperanza! Oración y discernimiento para el momento; esperanza para el tiempo”.