El 2 de abril el Padre Damian recibió la extremaunción de manos del reverendo padre Conrardy..(Muriendo el día 15). Qué bueno ha sido Dios me dijo durante el curso de ese día al conservarme lo bastante para tener a dos sacerdotes a mi lado que me asistan en mis últimos momentos; y además saber que están en la leprosería las buenas hermanas de la Caridad
Es mi ‘Nunc dimittis’. La obra de los leprosos está asegurada; por consiguiente, ya no soy necesario, y así dentro de poco me iré allá arriba".
Cuando este allá arriba, padre le dije, no olvidará a los que deja huérfanos”.
Oh, no! me respondió;si tengo algún crédito ante Dios intercederé por todos los que se encuentran en la leprosería".
Estaba acostado en el suelo, sobre un pobre colchón de paja como el más simple y más pobre de los leprosos, y nos costó no poco lograr que aceptara una cama. ¡Y qué pobreza! El, que gastó tanto para aliviar a los leprosos, se olvidó de sí mismo.
¡Qué bueno es morir hijo de los Sagrados Corazones!"
El lunes 15 de abril recibí una nota del reverendo padre Conrardy, en la que me decía que el padre estaba agonizando. Murió sin ningún esfuerzo, como si se quedara dormido; se extinguió suavemente después de haber pasado más de dieciséis años en medio de los horrores de la
lepra. El buen pastor había dado su vida por sus ovejas.
El Padre Damián había comenzado su vida en Molokai en condiciones de extrema privación, hasta el punto de tener que pasar las primeras noches al abrigo de un gran árbol. De acuerdo con su deseo de ser enterrado bajo ese mismo árbol, un pandanus, yo había hecho preparar, durante su enfermedad, una fosa en el lugar indicado. Es allí donde reposa su cuerpo, esperando una resurrección gloriosa.
Allí donde están depositados los restos del buen padre Damián, a quien el mundo llama con razón el héroe de la Caridad