Daniel Mª González, es un Religioso Escolapio, que ha sido responsable de la formación de vocaciones de su congregación en Cochabamba, Bolivia. Tras su regreso a España reflexiona en la distancia sobre su experiencia con las vocaciones nativas.
"Viviendo en Cochabamba y acompañando a los jóvenes escolapios en formación, no me ha permitido, directamente, el anuncio del Evangelio a “los que nunca oyeron oír su voz”, ni vivir con personas en situación de precariedad social. La responsabilidad de la formación de vocaciones nativas, está más acotada en el contexto misionero en que se realiza. Quiero decir, que mi experiencia misionera no ha sido de frontera.
Pero el hecho de trasladarse a un país lejano, culturalmente distinto, me ha hecho sentir, de manera cercana y afectiva, la misión. En cualquier sitio necesitamos ser testigos “de lo que hemos visto y oído”, (1 Jn.1,1-2).
He tenido que desarrollar mi tarea “a todo terreno”, es decir, atendiendo a jóvenes en etapas muy diversas de su proceso vocacional. Salvo el periodo del noviciado, he acompañado a jóvenes en todo el arco formativo. Lo cual no deja de ser un problema por la complejidad de situaciones que vive cada joven. Pero la escasez de personas para la tarea, así lo marcaron.
Por otro lado, los jóvenes
bolivianos, marcados por su propia cultura, no podían responder tampoco al tipo
de joven europeo, andaluz, que eran mi referencia directa. Supuso un esfuerzo añadido,
de comprensión y adaptación por mi parte, a las dificultades inherentes a todo
proceso formativo.
Cuatro elementos importa resaltar. *Por una parte, los esquemas mentales que les proporciona
su lengua de origen, el quechua, que los condiciona en su manera de
racionalizar, sentir e interpretar la realidad, con lo cual la comunicación no
podía establecerse en un “plano de igualdad”. Suponía prudencia y paciencia en
el diálogo personal y comunitario.
* Un segundo elemento, relacionado
con la formación, en lo referente a su situación humana y académica. Nuestros
candidatos procedían, mayoritariamente, de ambientes campesinos, donde la
educación primaria y secundaria, dejaba mucho que desear. La realidad de la
enseñanza, como sistema y como práctica, es pobre y los efectos se hacían
notar, tanto en el proceso de acompañamiento en sí como en el curso de sus
estudios posteriores. Se percibía, sobre todo, en sus dificultades para la expresión
escrita u oral.
* En tercer lugar, su formación
religiosa básica, poco fundamentada y, en ocasiones, muy influida por la
religiosidad popular, tan extendida en los ambientes latinoamericanos. Lo cual
suponía una rémora en su proceso de discernimiento vocacional, no siempre bien
fundamentado. Abundan las vocaciones –aunque se comienza a percibir un
descenso- pero el discernimiento pide mayor exigencia.
* Para finalizar, indicar el
arraigo y dependencia de los padres. La autoridad paterna sigue siendo muy
posesiva –es el ambiente- y las decisiones de sus hijos, aunque mayores de
edad, está muy condicionado por la voluntad de sus padres. Especialmente en los
temas y decisiones religiosas.
Dicho lo cual, que describe un
poco la realidad humana y cultural que he vivido, tengo que decir que la
experiencia ha sido gratificante, sin exaltar los “éxitos” ni lamentar los
fracasos, que de todo ha habido. Pero es mi convencimiento y mi experiencia,
que toda relación humana y espiritual, vivida en el proceso de acompañamiento
de los jóvenes, es un don que, al menos en mí, provoca más laacción de gracias
que los lamentos.
Mi realidad personal y creyente,
no es la misma antes de embarcarme que después de regresar".
Daniel Mª González, Religioso
Escolapio