OMPRESS-ROMA (9-12-14) “Querría saludar a todos y cada uno de vosotros, junto al cardenal Philippe Barbarin, que nuevamente os lleva la preocupación y el amor de toda la Iglesia. Yo también querría estar allí, y no pudiendo viajar lo hago así… pero estoy muy cerca de vosotros en estos momentos de prueba. He dicho, a la vuelta de mi viaje en Turquía: los cristianos están siendo expulsados de Oriente Medio, con sufrimiento. Os agradezco el testimonio que dais. Hay tanto sufrimiento en vuestro testimonio. ¡Gracias! ¡Muchas gracias!
Parece que allí no quieren que haya cristianos; pero vosotros dais testimonio de Cristo.
Pienso en las heridas, en los dolores de las mamás con sus hijos, de los ancianos y de los refugiados, a las heridas de quien es víctima de todo tipo de violencia.
Como he recordado en Ankara, despierta particular preocupación el hecho de que a causa de un grupo extremista y fundamentalista, comunidades enteras, especialmente – pero no sólo – cristianos y yazidíes, han padecido, y todavía sufren, violencias inhumanas a causa de su identidad étnica y religiosa. Cristianos y yazidíes han sido desalojados por la fuerza de sus casas, han tenido que abandonar todo para salvar su propia vida y no renegar de la fe. La violencia también ha golpeado edificios sagrados, monumentos, símbolos religiosos y patrimonios culturales, como si se quisiera borrar cualquier traza, cualquier recuerdo del otro.
En calidad de líderes religiosos, tenemos la obligación de denunciar todas las violaciones de la dignidad y de los derechos humanos.
Hoy querría acercarme a vosotros que soportáis este sufrimiento, estar cerca… Y pienso en Santa Teresa del Niño Jesús, que decía que ella sentía a la Iglesia como una caña: cuando viene el viento, la tempestad, la caña se dobla, ¡pero no se rompe! Vosotros sois en este momento esta caña, os dobláis con dolor, pero tenéis esa fuerza de llevar adelante vuestra fe, que para nosotros es testimonio. ¡Vosotros sois las cañas de Dios hoy! ¡Las cañas que se inclinan con este viento feroz, pero después surgirán!
Quiero daros las gracias de nuevo. Ruego al Espíritu Santo, que hace nuevas todas las cosas, fuerza y resistencia. Dones del Espíritu Santo. Además pido con fuerza, como ya he hecho en Turquía, una mayor convergencia internacional, dirigida a resolver los conflictos que ensangrientan vuestras tierras de origen, a hacer frente a las causas que empujan a las personas a dejar su patria, y a promover las condiciones que les permitan permanecer y volver. ¡Os deseo que volváis, que podáis volver!
Queridos hermanos y hermanas, estáis en mi corazón, en mi oración y en los corazones y en las oraciones de todas las comunidades cristianas a las que pediré que recen, de modo especial, por vosotros, el día 8 de diciembre, que recen a la Virgen para que os guarde. Ella es madre. Que os guarde.
Hermanos y hermanas, vuestra resistencia es martirio, rocío que fecunda. Por favor, os pido que recéis por mí, que el Señor os bendiga, que la Virgen os guarde.
Os bendiga Dios Omnipotente, Padre, Hijo y Espíritu Santo”.