Durante la segunda semana de Adviento: “Preparad el camino" que nuestra cooperación misionera allane los senderos por los que Jesús llegará a todos hombres.
El Adviento es tiempo de cambiar y de preparar el camino porque el Señor va a venir a nosotros. Y vamos a hacerlo con nuestro fervor misionero. Porque, cuando entramos en la dinámica de libertad y creatividad de la misión, Él sale a nuestro encuentro: “La misión renueva la Iglesia, refuerza la fe y la identidad cristiana, da nuevo entusiasmo y nuevas motivaciones. ¡La fe se fortalece dándola!” (san Juan Pablo II).
Nuestra cooperación misionera —espiritual, económica, personal— allana los senderos por los que Jesucristo quiere llegar a todos los hombres. Y esta es la Buena Noticia que trae consigo: “Que Dios nos ama; que se ha hecho hombre para compartir nuestra vida y compartir su vida con nosotros; que Él marcha con nosotros —cada paso del camino—, haciendo suyas nuestras inquietudes, puesto que tiene cuidado de nosotros; y que, por tanto, los hombres no estamos solos, porque Dios está presente en toda nuestra historia, la de los pueblos y la de los individuos; que nos llevará, si queremos, a una felicidad eterna que trasciende los límites de toda esperanza humana” (beato Pablo VI).
Vamos a arrimar el hombro para allanar el terreno: “¿Quién pudiera negarse, tratándose de la causa de Cristo que se abre su misterioso camino hasta los extremos de la tierra?” (íd.).
