El rostro del Señor Resucitado es el rostro del Jesús que vivió entre nosotros. El Corazón del Señor Resucitado es el Corazón compasivo, generoso y entregado de Jesús.
También nosotros, si queremos reconocer al Señor en medio de nuestra comunidad, hemos de acordarnos de aquellas manos que curaban y bendecían y de aquellos pies que se iban detrás de la oveja perdida o de los maltrechos por la vida.
El evangelio de hoy comienza con una referencia a los discípulos de Emaús. Ellos leen las Escrituras, pero no las entienden. . Sólo cuando las leemos a la luz de la vida de Jesús, se ilumina nuestra mente y se entusiasma nuestro corazón creyente:
¿no ardía nuestro corazón cuando Jesús nos explicaba las Escrituras?. ¡Sus manos, sus pies y su costado abierto son tan elocuentes! Cuanto más los miremos, más luz encontraremos y más viva será la presencia del Señor Resucitado que camina delante de nosotros como el Primogénito y Hermano Mayor. A El le seguimos con admiración, y El nos ayuda a llevar adelante la hermosa historia de amor por El inaugurada
Domingo. Día del Señor. Día de la Aparición del Señor. Día en que miramos sus manos y sus pies. Día en que hacemos memoria de su paso entre nosotros. Día en que los cristianos nos vemos envueltos por la Luz del Resucitado. Día en que comprendemos un poco mejor por qué el Mesías tenía que padecer y morir y por qué Dios resucitó a Jesús y le hizo Señor.
De la trayectoria de vida de Jesús, de su victoria sobre el pecado y sobre la muerte, nosotros somos testigos. A dar testimonio del impacto que Jesús el Señor ha producido en nosotros y en todas las comunidades cristianas del mundo, nos envía el Señor Resucitado.
“Vosotros sois testigos de todo esto” (Lc 14,48).
Miguel Diaz ss.cc.