Esta frase es muy animadora y nos invita a una alegría profunda, no se puede entender, ni mucho menos vivirla si no encontramos en Jesús la fuente de nuestra alegría. En un mundo donde más de 50% de las noticias que nos llegan de diversos medios, son fatalidades y algo de género ¿realmente podemos tener la alegría como un valor que nadie nos puede quitar? Sin embargo la alegría debe formar parte de nuestra vida como algo muy esencial, transmitir alegría es transmitir vida, vida de fe, de esperanza y amor.
La vida cristiana consiste en seguir por amor las huellas del crucificado, animados y orientados por la esperanza que engendra la fe en el resucitado. El cristiano y con mas fuerza el misionero debe escuchar a Jesús y aceptar su invitación a seguirle cargando con su cruz, dispuesto a perder la vida por El y por la Buena Noticia (cf. Mc 8,34-35 y par.).
LA “CRISIS” DE LA ALEGRÍA EN EL MUNDO
Somos hijos de una época donde “la alegría de vivir frecuentemente se apaga” (EG 52). Como hijos de esta época, todos nos vemos afectados de algún modo por la cultura globalizada actual que, sin dejar de mostrarnos valores y nuevas posibilidades, también puede limitarnos, condicionarnos e incluso enfermarnos (EG 77)
En el centro de nuestra época está el ídolo del dinero. Un ídolo que tiene como único criterio el interés y el máximo beneficio. Un ídolo que promueve de un modo exacerbado el consumo (el bienestar nos anestesia). Un ídolo que no busca servir al ser humano sino servirse de él hasta aplastarle
• Un ser humano reducido a productor-consumidor (cf. nº 55)
• Un ser humano reducido, él mismo, a objeto de usar y tirar hasta llegar a ser un excluido (cf. nº 53)